Otra costumbre ancestral dentro de la cofradía. Antiguamente durante la procesión, y dada la gran devoción que entonces como hoy tenía nuestro titular, se le solían hacer ofrendas durante la procesión del Viernes Santo, eran depositadas en el trono a los pies del Dulce Nombre, (hay que recordar que el trono era portado a correón quedando la imagen casi a la altura del público).
Posteriormente estas ofrendas eran subastadas en el cabildo del Domingo de Resurrección. Esta costumbre se ha venido manteniendo hasta bien entrado el presente siglo, siendo así que casi todas las actas del cabildo de ese día concluían con el resultado de dicha subasta. La última vez en que las actas hacen referencia a esto es en 1965.
Con el paso del tiempo, la sustitución de los correones por el nuevo sistema de trono y la mejora del nivel de vida, fueron la causa de que este tipo de ofrendas en especie se hicieran cada vez menos comunes durante la procesión, siendo más habituales las realizadas en efectivo.
El rosco que actualmente lleva el Dulce Nombre a sus pies durante la procesión, es memoria y recuerdo de todas aquellas humildes ofrendas que nuestros antepasados realizaban, siendo sustituida la subasta por una rifa que ya es tradicional en la cofradía.
El cambio de ofrendas en especie por otras en metálico, fue gradual, por lo cual la figura del «piostre» que ya se documentaba en las más antiguas actas de la cofradía, ha ido alcanzando una mayor importancia en la procesión del Viernes Santo, así hoy, el «bernagal» es una sección más de la cofradía.