Tradiciones

Un carácter muy especial no solo por su atractivo cultural y turístico sino también por el religioso y popular, tienen las tradiciones que esta archicofradía manifiesta.

Destacamos entre otras las siguientes:

Oración al Dulce Nombre

Aprobada por el Obispo de Málaga, Cardenal D. Angel Herrera y Oria el 4 de junio de 1951, concediendo cien días de indulgencia por cada vez que se rezare ante la imagen de Nuestro Padre Jesús del Dulce Nombre que se venera en la Iglesia de la Victoria de la ciudad de Archidona)

“Señor mío Jesucristo que dijiste, pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá, te suplicamos que nos concedas el efecto de tu Divino Amor, para que con todo nuestro corazón, con nuestras palabras y obras, te amemos y nunca cesemos de alabarte. La bendita Imagen ante la que me postro, con su Cruz, con su Sangre, con su Rostro agobiado por el dolor, es la expresión del significado de tu Dulce Nombre. Haz Señor que constantemente te tengamos temor y amor, porque nunca desamparas sin providencia a los que te temen aman y sirven. Señor que vives y reinas por los siglos de los siglos. Así sea.”

Visita a los Sagrarios

Los actos se inician en la noche del Jueves Santo visitando los «Monumentos» acto que es recogido en las actas de la archicofradía de la siguiente manera:

«Los Sampedros de las campanillas, tan pronto entre en su Iglesia la cofradía de Nuestro Padre Jesús de Nazareno, en reunión de los demás campanilleros citara a todos los Sampedros y encargados de la conservación del orden en la procesión, para que todos revestidos de túnica concurran a casa del Hermano Mayor a la hora que éste tenga previamente fijada para visitar los Sagrarios. A la entrada en éstos se suspenderá el toque de campanillas permaneciendo todos arrodillados ínterin no se levante el Hermano Mayor.»

Visita al Monumento de las Hermanas de la Cruz

Los Campanilleros

Campanillero

Esta tradición de seis campanilleros, adaptada hoy por hoy en todas las cofradías, tuvo su origen en la llamada, que realizaban las ordenes religiosas para algunos actos dentro del convento utilizando una pequeña campana llamada «esquila».

Es indudable la relación con el rezo del «Rosario de la Aurora» que se anunciaba y aun hoy se continua haciendo, en muchos lugares de nuestro país con un desfile al son de campanillas por las distintas calles del pueblo mientras un hombre de buena voz va cantando una copla para invitar a la oración

Así anunciaban el sermón del Huerto o el del descendimiento en la tarde del Viernes Santo, como los oficios del Jueves Santo y la salida del Nazareno y el citado sermón de «madruga» y la salida de la cofradía del Dulce Nombre.

Los hermanos campanilleros, visten el color morado propio de la cofradía y no llevan el rostro cubierto, sino que van tocados a la hebrea.

El Apostolado

Portaba el Apostolado de las «Diademas» cetros o bastones en los que se recogían los símbolos de la pasión, a fin de crear un mayor efecto catequético, existía además otra sección de los evangelistas que acentuaban este sentido, portando éstos los símbolos respectivos de los cuatro autores de los Evangelios

Los evangelistas solían añadir a su vestimenta unos mantos blancos cruzados sobre el pecho y sustituían los símbolos de su martirio por unos cuadros ovalados, que cogidos a modo de escudo por su parte trasera, llevaban en la delantera un grabado del evangelista correspondiente.

El apostolado tras los pasos del Dulce Nombre

Ambos vestían de un modo similar, túnica azul con cinturón de esparto y diademas metálicas pintadas en rojo y amarillo que llevaban por un lado una imagen de un Cristo portador de cruz y el nombre del apóstol o evangelista y por el otro el número y el símbolo del martirio que este recibió.

Por su parte el apostolado de las cruces debió tener un carácter en el que predominaría más lo penitencial que lo puramente catequético.

Su origen se puede encontrar en aquellos hermanos flagelantes o penitenciales, que tan populares hizo el dominico valenciano San Vicente Ferrer. Formarían parte de cortejos penitenciales, muy habituales desde entonces, en las predicaciones y establecimientos de la orden.

Las prohibiciones sobre abusos en los flagelantes que se venían cometiendo por algunas cofradías, dictadas por Carlos III, dieron lugar a que sólo de forma anónima se pudiera ejercitar la penitencia.

Este «Apostolado de las Cruces», como se le llama en los documentos más antiguos a fin de distinguirlo del anterior, está formado por el Colegio Apostólico: los doce Apóstoles cargando su cruz más San Matías.

Vestidos con túnica morada y toca que les cubre su rostro, van coronados de espinas y con sandalias como calzado, ceñidos por un cinturón de esparto.

Las Tres Caídas

A lo largo de su recorrido, y por unos minutos, el desfile procesional se detiene en tres lugares, «los Cuatro Cantillos», donde antiguamente se encontraba la iglesia de la Columna, la puerta de la iglesia del Nazareno y la puerta del Convento de Monjas Mínimas.

El trono del Cristo se vuelve mirando a su madre.

Entre los dos queda la escena del calvario representada por el Cristo de la Misericordia.

El Sampedro de los campanilleros, acompañado por el San Matías del Apostolado de las Cruces, se dirigen hacia la presidencia, para solicitar del Hermano Mayor el permiso y hacer la caída. Durante este trayecto, el campanillero jefe no deja de tocar la campanilla con un toque lastimero.

A su llegada a los pies del Cristo el toque de campanilla cesa para dar paso al triste sonido de la trompeta. Alrededor tanto el público como los horquilleros se arrodillan, y los asistentes musitan un Padre Nuestro.

Escenificando como en el Auto Sacramental que siempre fue, esta cofradía recoge durante este acto la representación de las caídas de Cristo cargado de la Cruz camino del Calvario.

Toque de la primera caída

La Huida de los Apostoles

También en este sentido, escenifica la cofradía la huida de los apóstoles en el momento en que Jesús fue abandonado tras su captura en Getsemani.

Tiene lugar este acto a la entrada de la cofradía en la calle Don Carlos, poco después de la primera caída, que como hemos dicho se efectúa en los «Cuatro Cantillos».

El Sampedro de campanillas recoge al apostolado de las cruces y los doce, cargando su cruz, salen del recorrido oficial de la procesión a paso ligero, refugiándose en la Parroquia hasta que la misma ha pasado, y se incorporan de nuevo al cortejo procesional a la entrada de la calle Carrera.

Los dominicos habían sido encargados de instruir al pueblo en el mensaje evangélico, por ello se desarrolló todo un ciclo sacramental, que iría, desde la adoración al Santísimo en la noche del Jueves Santo (expuesto, en la cavidad citada del Cristo), hasta la procesión del Viernes Santo, pasando por el sermón de «madrugá», y el desfile, en el que se representarían todas estas tradiciones dando, en su día, un gran efecto narrativo y catequético.

El apostolado abandona el cortejo para simbolizar la huida de los apóstoles

El Rosco y el Bernagal

Es ésta otra costumbre ancestral dentro de la cofradía.

Antiguamente durante la procesión, y dada la gran devoción que entonces como hoy tenía nuestro titular, se le solían hacer ofrendas durante la procesión del Viernes Santo, eran depositadas en el trono a los pies del Dulce Nombre, (hay que recordar que el trono era portado a correón quedando la imagen casi a la altura del público).

Posteriormente estas ofrendas eran subastadas en el cabildo del Domingo de Resurrección.

Esta costumbre se ha venido manteniendo hasta bien entrado el presente siglo, siendo así que casi todas las actas del cabildo de ese día concluían con el resultado de dicha subasta. La última vez en que las actas hacen referencia a esto es en 1965.

Con el paso del tiempo, la sustitución de los correones por el nuevo sistema de trono y la mejora del nivel de vida, fueron la causa de que este tipo de ofrendas en especie se hicieran cada vez menos comunes durante la procesión, siendo más habituales las realizadas en efectivo.

El rosco que actualmente lleva el Dulce Nombre a sus pies durante la procesión, es memoria y recuerdo de todas aquellas humildes ofrendas que nuestros antepasados realizaban, siendo sustituida la subasta por una rifa que ya es tradicional en la cofradía.

El cambio de ofrendas en especie por otras en metálico, fue gradual, por lo cual la figura del «piostre» que ya se documentaba en las más antiguas actas de la cofradía, ha ido alcanzando una mayor importancia en la procesión del Viernes Santo, así hoy, el «bernagal» es una sección más de la cofradía.

El tradicional rosco encima del trono del Dulce Nombre

Sentencias y Embajadas

Formando parte de la predicación de la pasión y muerte de Cristo, que se realizaba en la Iglesia de Santo Domingo, se encontraban las sentencias y las embajadas.

Canto de las Sentencias en la Casa Hermandad

Eran cantadas al modo en que hoy lo es la «embajá» de la Cofradía del Huerto. Actualmente la cofradía ha conseguido recuperar las letras y la música, de un sonido repetitivo y cadencioso que simulaba los pregones y sentencias que antiguamente se cantaban en las calles y plazas de los pueblos.

Más arriba hemos hablado de la costumbre de llamar al Rosario de la Aurora cantando y tocando la campana, lo que guarda similitud por un lado con la salmodia que iban cantando dos niños delante del trono con un cetro en el que colgaban unos roscones:»Esto se hace en memoria de Jesús del Dulce Nombre.»

Debemos tener en cuenta así mismo, la existencia en nuestros pueblos de pregoneros, que anunciaban los actos y sucesos más importantes, entre ellos las sentencias y condenas a que eran sometidos los delincuentes.

Probablemente el pueblo unió, como tantas otras veces, su vivencia cotidiana con la espiritualidad dando lugar a estas sentencias y embajadas.

Las letras de los pregones y sentencias puede verlas pinchando aquí debajo:

Letras de Sentencias

La Subasta

La subasta de los donativos en especie que durante los días de Quinario hacen los hermanos y que desde tiempo inmemorial se viene celebrando al término de la Solemne Función Religiosa el último domingo de enero.

Los Niños de los roscos

Los niños con los roscos enlazados a su cetro con un pequeño lazo morado que van delante del Dulce Nombre.

Niño de los rosquetes, precediendo al Dulce Nombre

Acompañamiento a los difuntos y visita al cementerio

El acompañamiento a los Hermanos difuntos en su entierro y la visita al Cementerio en las primeras horas del Viernes Santo del Hermano Mayor junto a los piostres del Bernagal y acompañantes para rezar una oración y depositar en la verja de la Iglesia-Capilla dos ramos de claveles rojos en recuerdo de todos los difuntos.